Temprano en la mañana del 25 de julio de 1909, el aviador francés Louis Blériot se despertó de mal humor debido a una lesión reciente. Se negó a desayunar y condujo hasta el campo donde esperaba su avión Tipo XI. Al ver que hacía buen tiempo, calentó el motor y despegó hacia la historia. "Un Vuelo Atrevido" relata una de las hazañas más espectaculares de la aviación pionera. El programa captura los emocionantes años de desarrollo del vuelo, cuando los franceses en particular estaban locos por los aviones y lo intentaron todo para volar.

"Creo que había algo en el agua o el aire en París a principios de siglo que provocó el surgimiento de estos maravillosos personajes", dice Tom Crouch, curador principal del Departamento de Aeronáutica del Museo Nacional del Aire y el Espacio. El mismo espíritu loco vivía en el nieto de Blériot, también llamado Louis Blériot, a quien NOVA sigue en su proyecto de repetir la hazaña de su antepasado en un avión casi idéntico, aunque ahora es una antigüedad.

Entre los aviadores arriesgados de principios de siglo estaba Albert Santos-Dumont, que se paseaba por París en su dirigible y fue el primero en Francia (y toda Europa) en despegar en un vehículo alado motorizado: una cometa gigante que volaba a toda velocidad por un campo, aparentemente según los estándares de hoy con la cola por delante, mientras el piloto se paraba valientemente a los controles.

La hazaña de Santos-Dumont fue en 1906, cuando los vuelos secretos de los hermanos Wright en Estados Unidos eran todavía un rumor. Blériot también fue parte de la acción. Había amasado una modesta fortuna al inventar un faro alimentado con acetileno para el nuevo y popular automóvil, y luego invirtió su dinero y energía en la aviación. Probó una serie de artilugios de aspecto absurdo antes de dar con un diseño que realmente podía volar, o más bien saltar: el Blériot V.

NOVA se centra en las características de estos primeros aviones, que tenían alas para sustentar y un motor y una hélice para la propulsión, pero muy poco más en común entre sí. Por ejemplo, los investigadores todavía estaban experimentando con el número de alas. La mayoría de las naves usaban dos, un diseño biplano, debido a la resistencia estructural inherente de esa configuración. Blériot, sin embargo, prefirió un monoplano de una sola ala porque podía alcanzar una mayor velocidad.

La posición de las superficies de control también estaba evolucionando, de montaje delantero a trasero. Sin embargo, el cambio evolutivo más grande se produjo cuando los hermanos Wright finalmente comenzaron a exhibir públicamente su máquina voladora en 1908. Los franceses se sorprendieron de la facilidad con la que el Wright Flyer podía maniobrar por el cielo.

El secreto resultó ser la torsión de las alas, un método de balancear las alas para permitir que el avión se incline e inicie un giro, de la misma manera que un ciclista se inclina al doblar una esquina. Combinado con el uso simultáneo de un timón vertical, el sistema permitió a los Wright hacer círculos perfectos en el aire.

Blériot adoptó esta técnica. Para 1909 tenía un avión que podía competir por el premio en efectivo ofrecido al primer piloto en cruzar el Canal de la Mancha, que durante siglos había sido considerado una formidable barrera protectora de Gran Bretaña. La hazaña haría famoso a Blériot, y su Tipo XI se convertiría en el avión más popular del mundo en el período previo a la Primera Guerra Mundial.

De hecho, es en un Tipo XI antiguo que el nieto del gran aviador tiene la intención de cruzar el Canal de la Mancha con NOVA. Dada la antigüedad del avión, el comentario de la madre del primer Louis, hace casi 100 años, aún podría aplicarse: "Louis se ha vuelto completamente loco. ¡Quiere cruzar el Canal en una cometa!".

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