Sentada en la barra del bar, juego con la pajilla de mi cóctel mientras escaneo la multitud. Cada cara, una historia; cada sonrisa, un capítulo que probablemente no leeré. Aquí estoy, siempre en la búsqueda, no tanto de un alma gemela, sino de alguien que al menos se acerque a mi definición de "apuesto". No en vano digo siempre, "Esperando al siguiente (a)puesto".

No es que sea superficial, es que la profundidad a menudo carece de brillo. O quizás sea al revés. Miro al joven que ahora se acerca con paso decidido, su sonrisa es prometedora, pero sus zapatos gritan desesperación. "Interesante," pienso, "pero no suficiente." El arte de discernir entre lo genuino y lo banal se ha convertido en mi segunda naturaleza.

"¿Vienes aquí a menudo?" es su jugada de apertura. Antiguo, usado, pero lo recibo como quien acepta una ofrenda menor. "Solo cuando el cielo está tan nublado que las estrellas no pueden criticar mis decisiones", respondo, dejando la ambigüedad flotar entre nosotros como la espuma de mi bebida. Él ríe, no entendió nada, típico.

Cambiamos algunas palabras más, bailamos alrededor de trivialidades como quien danza sobre hielo fino. Mi mente, mientras tanto, se pasea por otras conversaciones que nunca tuvimos, otros bares que nunca visitaremos. "¿Es esto todo?" La pregunta resuena en mi cabeza, una campana en una catedral vacía.

De pronto, el encanto se desvanece, como el azúcar en mi cóctel, dulce sólo al inicio. Me despido sin promesas, dejando atrás un hombre ligeramente confundido y una silla vacía que pronto ocupará otra esperanza efímera. Mientras me alejo, un pensamiento me persigue: "Esperando al siguiente (a)puesto, pero ¿y si el puesto nunca cambia?"

En el camino a casa, las luces de la ciudad parpadean indiferentes a mi dilema. La noche se extiende como un lienzo sin pintar, y yo, con mi paleta de cynismos y esperanzas, no logro decidir qué tonos usar. Quizás mañana, quizás con el próximo, encuentre el matiz que finalmente complete mi paisaje. O quizás no.

Al final, cada encuentro es solo eso, un encuentro. Un punto en el vasto mapa de mis noches, un destello fugaz en mi constelación de citas olvidadas. Y mientras sigo esperando al siguiente (a)puesto, me pregunto, no sin cierto desdén: "¿Cuántos más hasta que el juego mismo pierda su encanto?" Quizás nunca lo sepa, pero una cosa es cierta, la búsqueda continúa, implacable, infinita, como el eco de mis pasos en la acera solitaria.

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📄 Composición inspirada en Breakfast at Tiffany's (Truman Capote) y Love for Sale (Lady Gaga)
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   • Fluir en tiempos revueltos  

🎵 #Baladas #Amor #Parodia
🎵 Composición: Oliver Rodríguez © Academia Gratuita
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